En el siglo XIII, el término municipal de Siete Aguas era el que ponía fin al Reino de Valencia y tal circunstancia le había dado la importancia que suelen tener las zonas fronterizas. Pues el hecho de marcar el límite con el Reino de Castilla había merecido la atención de los monarcas de nuestro Reino, empezando por Jaime I, quién al conquistar la población se ocupó de dejarla en poder de personas de su confianza y concedió en feudo honroso Siete Aguas a Berenguela Ferrandis y a Pedro Ferrandis, respetando que los mahometanos que había continuaran habitando la villa, hasta que a causa de una sublevación de su caudillo musulmán fueron expulsados del pueblo y se establecieron familias cristianas. Con este motivo el 17 de noviembre 1260 el infante D. Jaime, hijo del Conquistador, otorgó Carta Puebla de Siete Aguas a favor de Miguel de Pedro de Portaguerra y otros 30 pobladores de su confianza.
Después, en 1304 fue vendida la villa a Alfonso IV el Benigno, para terminar siendo heredada por el infante Pedro, Conde de Urgel. Luego, tras el Compromiso de Caspe la baronía de Siete Aguas pasó a la Corona de Aragón el 29 de Noviembre de 1413.
Ya en el siglo XVI se construyó el Hospital. Y en el año 1650 un gran mesón para albergar a todos los viajeros. En 1761, reinando Carlos III, Siete Aguas y otros pueblos de la comarca son incorporados a la Corona. Es de destacar la construcción de la actual Iglesia entre 1780 y 1794, reinando en este último año Carlos IV, significando además, que la población existente entonces era de 1.200 personas aproximadamente.
Después vendría la emancipación de Siete Aguas respecto del Conde dueño de la comarca, sus intervenciones en la guerra de la independencia (1808) en las guerras carlistas, etc... Asimismo, es importante destacar el fin de la situación fronteriza de Siete Aguas por una Real Orden de 26 de Junio de 1851 dada por Isabel II por la que incluía a Requena y su comarca en la provincia de Valencia, pasando a delimitar la frontera el río Cabriel, retirando de su ubicación la Cruz Pairal que delimitaba ambos reinos.
Dicha Cruz Pairal se puede todavía contemplar en su emplazamiento actual en la Glorieta, a la entrada de la población.
Algunos fragmentos de esta breve reseña han sido extraídos de la inédita Historia de Siete Aguas del ilustre hijo de esta villa D. José María Corbín Carbó, cedidos gentilmente por su hijo D. Juan Luis Corbín Ferrer.
La Cruz Pairal, de estilo gótico, actualmente está enclavada en la Glorieta, a la entrada de la población, tras la restauración de la antigua Cruz de Piedra que, situada en el límite de los términos de Requena y Siete Aguas, simbolizó hasta 1851 (año de la inclusión de Requena y su comarca en la provincia de Valencia) la frontera entre los antiguos reinos de Castilla y Valencia.
PREHISTORIA Y PROTOHISTORIA. ESTACIONES ARQUEOLÓGICAS.- FUNDACIÓN DE SIETE AGUAS.
PERIODOS FABULOSOS: PREHISTORIA Y PROTOHISTORIA:
Es muy difícil precisar el momento de la fundación de Siete Aguas, pues dada su pequeñez y distancia de las costas marítimas, es de suponer que no fuera habitada sino por tribus trogloditas que en tiempos prehistóricos se dedicaban a la caza.
Se han encontrado vestigios de esta edad, como trozos de xiles, flechas y puntas de sierra, así como fragmentos de cuarcita, molinos de mano y cerámicos de aquella época.
ESTACIONES ARQUEOLÓGICAS:
La más importante estación arqueológica es sin duda la que se encuentra en el monte Castellar al N.E. de Siete Aguas, donde se ha encontrado abundante cerámica, de las edades de piedra y de los metales.
Esta meseta fue poblada por dos razas y por ello aparecen junto a fragmentos de xiles y utensilios de pedernal característicos de los eneolíticos, un plato finísimo de cerámica pintada por los íberos.
Se encontraron también varios fragmentos de útiles de trabajo, un trozo de cuchillo y una punta de sierra de pedernal. Igualmente una quijada de jabalí con sus colmillos y una estancia enladrillada con losas cuadriláteras de rodeno.
Esta gran abundancia de vestigios encontrados, así como el hecho de ser mixta por ser aquellos tanto de la época primitiva como de los hispanos, hace suponer con bastante exactitud que es en esta Estación Arqueológica donde se encuentran los orígenes de Siete Aguas.
Otra estación arqueológica bastante importante es la neolítica establecida en el montículo llamado Castillo de Raydón, al N. de Siete Aguas, donde se encontraron varios molinos y abundancia de cerámica, entre ellos, variados vasos de negro y burdo barro característicos de la edad. Esta estación debió ser ocupada hace 4.000 años debido a su fácil defensa, proximidad al pozo-fuente de Raydón y abundante caza. Aún existen aquí muros de piedra seca que tapan las entradas más fáciles a la posición, por lo que todavía es difícil el acceso debido a lo abrupto del montículo donde está ubicada.
Otra estación también de la edad de piedra está enclavada en el Puntal del Capador, dando vistas al barranco del Fresnal y próxima a la Masía de Calabuig al S. de Siete Aguas. Aquí fueron encontrados trozos de cerámica y un fragmento de molino.
A unos 50 metros de allí existe una sima o cráter, utilizada sin duda como necrópolis por la cantidad de huesos humanos semifosilizados encontrados allí.
FUNDACIÓN DE SIETE AGUAS:
Antes de la invasión romana el territorio de Siete Aguas pertenecía a la Edetania, que se extendía por las montañas de Chelva hasta Domeño (entonces Damania) , por Liria (capital, llamada entonces Edeta), a Cheste y Chiva, hasta los montes de Siete Aguas, por el Sur hasta el Júcar y por el mar hasta Valencia, que entonces era una Colonia.
La Edetania lindaba al Norte con la Batistania por Utiel (entonces Puciala) y es de suponer que fueran sus mojones los actuales del Obispado de Cuenca, que fueron después los mismos del Reino de Castilla.
Como ya se ha dicho en el apartado anterior, es probable que ya existiera Siete Aguas por los vestigios encontrados en las estaciones arqueológicas citadas, sobre todo en la de Castellar, en sitios inexpugnables de fácil defensa, pero es en el año 140 antes de J. C. cuando existen datos del establecimiento de una colonia por parte de los zacintos saguntinos. Poco después parece que se fundó otro poblado en Raydón, sobre la loma vulgarmente conocida como ''Caseruchos de Moros", donde existen cimentaciones de una importante población romana y se han encontrado fragmentos de tégulas y ánforas, un "opus spicatum", un quicio de puerta y varios sillares de piedra, habiendo contado este asentamiento con más de 30 viviendas.
Volviendo a la fundación de Siete Aguas por parte de los zacintos, éstos establecieron los primeros edificios de la población en el altozano que forman la manzana, desde el callejón de la Mocha, hasta la plazuela de la Iglesia, por donde discurría el riachuelo que salía de la fuente (actual de los Siete Caños), seguía por la casa de la Capellanía a la cañada; siguiendo hasta desembocar al río por la Ramblilla. En esta época se produjeron numerosas guerras de cartagineses y saguntinos, a la que siguió otro periodo bélico contra los romanos, hasta que éstos dominaron totalmente el territorio español.
DOMINACIÓN ROMANA.- ETIMOLOGÍA DE "SIETE AGUAS": LA MANSIÓN DE SEPTEM- AQUIS.
El cónsul Junio Bruto, durante su mandato en España, concedió a los guerreros de Viriato algunas poblaciones, siendo una de ellas Siete Aguas, comenzando así la colonización del término.
La población construida en aquel altozano, entonces monte de roca viva, fue amurallada y reconstruida su torre, cuyas defensas han permanecido hasta el s. XIX. Estos pobladores eran agricultores y guerreros, y comenzaron a hacer productivas las laderas y valles cercanos para dar mantenimiento a la guarnición. Los romanos llamaban Mansiones a los pueblos destinados a pernoctar las tropas, por lo que elegían para ello pueblos fortificados, con agua y recursos comestibles y abundante forraje para los animales, por lo que Siete Aguas fue considerado idóneo para este fin.
Una vez considerada "Mansión", se le puso el nombre de Septem-Aquis, el siete por ser para los romanos un número mitológico, expresando con él gloriosa supremacía y aguas por la numerosa cantidad de fuentes que encontraron en todo su término.
Así pues la Mansión de Septem-Aquis era predilecta para los romanos, pero su carácter de fortaleza ya citado hacía imposible su crecimiento y además de ésta contaba escasamente con dos docenas de casas y así fue durante algunos siglos, debido a su carácter militar. Asimismo y debido a la misma razón, era un enclave apetecido por los ejércitos en las sucesivas guerras y conquistas lo que hizo que se perdiera todo vestigio de la época romana y los pocos que quedaron se destruyeron posteriormente, incluso en tiempos de paz.
Únicamente los vestigios cerámicos citados, así como algunas monedas son el único caudal arqueológico romano existente. En 1.900 para la construcción de la actual sacristía de la iglesia, se destruyeron los cimientos de una edificación romana que pertenecía a la fortificación, que por su durísima fabricación no pudo ser demolida en su totalidad, por lo que tuvo que hacerse dicha Sacristía en dos niveles, ante la imposibilidad de profundizar en la zona más alta; fue en esta obra donde se encontraron numerosos fragmentos de cerámica romana y árabe, algunas herramientas y una abundante colección de ladrillos de la época medieval, todo ello desaparecido.
DOMINACIÓN ÁRABE. - EL CID CAMPEADOR.
Después de los romanos, vinieron los godos tras abundantes guerras fratricidas y aprovechando éstas, los árabes despojaron de su reino a D. Rodrigo Díaz de Vivar y tomaron posesión de la Mansión de Siete Aguas. Se tienen datos de que en el año 1.102, los restos mortales del Cid Campeador pernoctaron en Siete Aguas con su acompañamiento, por ser éste paso obligado hacia Castilla.
Fue con los árabes cuando Siete Aguas se desarrolló realmente y durante los siete siglos de dominación hicieron obras de gran provecho para el pueblo como la canalización de la fuente, construcción de la balsa, que servía para mover el molino harinero y seguidamente para el riego de las huertas, a través de algunas acequias, convirtiendo así en huertos lo que antaño eran montes rocosos e inexpugnables.
En esta época el Estado valenciano limitaba con el de Toledo por Siete Aguas, por lo que era considerado como punto estratégico y guarnición de vanguardia, contra posibles ataques.
La citada colonización del término municipal trajo consigo la construcción de numerosos edificios llamados mazadas o casas de campo que dieron posteriormente origen a las poblaciones de Macastre, Alborache, Yátova y Buñol, ya que dichas poblaciones formaban parte en esta época del extenso término municipal de Siete Aguas.
Los árabes erigieron su Mezquita junto al Castillo y crearon su Cementerio en una vertiente de piedra tosqueña, junto a la balsa, que posteriormente en la Reconquista fue rellenada de tierra por los cristianos, convirtiéndola en huerta y Parque Público (actual Glorieta).
Eran buenos agricultores y con ellos Siete Aguas o Sebâ amantz en su idioma, comenzó una explotación agrícola hasta entonces desconocida debido al carácter militar ya citado anteriormente.
Los baños árabes fueron destruidos en 1.848 por el Ayuntamiento para la construcción de un balneario que en la actualidad ya no existe y la Mezquita pasó a ser en la época cristiana Iglesia antigua y después prisión de los Cabrillos.
De esta época de dominación árabe quedan claros vestigios en el nombre de algunos de sus caseríos, como: Mazalví (Masía del vino), Atalayuela (lugar de vigilancia) y Almoradilla o Almodilla (lugar donde hubo un morabito o ermitaño).